Puertas abiertas
mariposas en vuelo
buscan noticias.

viernes, 16 de octubre de 2009

A Belit-Seri



A Belit-Seri, desde algún lugar en el Camino

El tiempo no admite pactos ni desafíos, es él quien nos impone imágenes, paisajes, acentos y rutas. Belit-Seri, tú que estás próximo a los dioses tienes que saberlo. El tiempo llega a veces esquivo y con falsas promesas, sin ánimos de recobrar los sueños, enfrentándonos a una realidad extenuada y con lastres, hasta marcharse con la llave de nuestro destino sin dar explicaciones. No, Belit, no hables de recuerdos. Un guerrero no puede tener memoria, te asediaría de ternuras y provocaría el deterioro de tu valor.

La historia de nuestros días tiene letras comprometidas, versos que intentan sobrevivir, pero estás lejos y Alepo no se encuentra en la ruta que me tiene reservada el destino. A ti no te será difícil llegar, dominado como estás por tu amor al riesgo y la aventura. Esa ciudad debe tener algo para que digan que la vida no cuenta si no vives en ella, y para un soldado como tú tiene que ser un privilegio descubrir su esencia en cada uno de los rincones de la ciudadela, entrar en la mezquita, visitar los zocos y madrazas, y descansar en uno de los numerosos caravasares con que cuenta.

Sigues lejos de mí, apenas percibo tu silueta en mis sueños, pero confío en que te llegarán estas noticias. A pesar del silencio, de la lluvia, de los arcoíris rotos, de no conocer tu nombre todavía y de tu aparente abandono, he dado un quiebro al destino y empiezo a acercarme a un lenguaje nuevo. Ahora puedo decirte que mi tiempo está lleno de pasiones y de templanzas, de convencimientos y de nuevas historias y leyendas. Una de ellas es una historia singular, la que cuenta la vida y milagros de Santiago el Mayor, que fue apostol y mártir. Murió en Palestina, y sus restos fueron llevados por sus discípulos hasta Iria Flavia, en la Península Ibérica, aunque hay también otros que sugieren que fueron los árabes quienes trasladaron su cuerpo, pero esto es algo que nadie le da veracidad. Dicen que ya había estado antes allí, predicando el evangelio de su Maestro. Más tarde, cuando descubrieron su sepulcro en un bosque que parece llamarse Libredón, sucedieron algunos hechos extraordinarios -lluvia de estrellas fugaces, luces ardientes, toros salvajes que se comportan como dóciles bueyes, gallinas que cantan después de asadas- que hicieron del lugar un sitio de peregrinaje.

Siento el deseo de comenzar una nueva aventura, y me han hablado de una antigua tradición de visitar la tumba del Apostol. Como ya te dije en una ocasión, no eres sólo tú el que camina. Yo iré por la ruta de las estrellas hasta los confines del mundo, siguiendo el sol hacia el oeste. Me esperan una tierra húmeda, robles y castaños, el arte, sendas, piedras, posadas y nombres. Pero no te inquietes por mí, Belit-Seri, existe una guía, el Liber peregrinationis, en el que están todos los nombres, rutas, y consejos para hacer este camino sin tener que consultar oráculos ni druidas. No necesitaré mucho más para este recorrido, un bordón, una esclavina para el frío, una calabaza para el agua y un sombrero que me proteja del sol. En el Camino encontraré el conocimiento que me niega el Árbol de la Sabiduría, aprenderé de esta tierra y sus lugares sagrados a valorar y respetar sin exigencias el tiempo que me sea dado para conocerla, pues lo cierto es que no perdimos la llave del tiempo sino que no la hemos tenido nunca.

Uxa

Despertar en Alepo




Se abre el cielo, los molinos harineros movidos por la fuerza de la
corriente del rio saludan a las primeras luces. La noche se repliega
vagabunda, cansada de misterio y magia. En un festín de lunas y
sonidos, se retira a dormir arrullada por el murmullo del mar.

Surgen imágenes de los arriates que embellecen la morada de Uxa. Sin
sospechar la verdad de su progenie, pues desciende de la grandeza de la
golondrina -el faraón se reviste de su forma para subir al cielo-
añora las sombras amigas de los sicómoros, los lotos de los
estanques del palacio, y, duda de la proximidad de los dioses.

Las ventanas abiertas, el día avanza rápidamente. En su rostro no
quedan ya rastros de luna. Una llovizna desnuda conserva su melodía
en las hojas de los alfóncigos y recogen el aliento perezoso del alba
y la inocencia del día que nace. En la lejanía brillan trozos de
arcoíris roto, distancia adherida como espuma a las retinas del
sueño.

Detrás de las cortinas, Uxa, intenta penetrar en el bosque de los
significados del nombre de Belit, para desentrañar sus secretos
ocultos bajo una escarcha de fantasía giróvaga.

El rumor íntimo de los pájaros palpita en las palmeras que
tiemblan al compas de las reverberaciones del Nilo. El Rio, trae el
sabor de las raíces de la región donde vive Osiris, príncipe de
la eternidad. Y un azul todavía blanco acaricia las orillas. Adormece
con una cierta melancolía los pensamientos de Uxa, que ha comido pan
de tristeza, bebido agua de aflicción desde el día que ignora el
nombre , el verdadero nombre de Belit. Es la embriaguez de lo ausente,
recuerdos de miradas de pasión cosidas con pestañas de esperanza.
Rastro de una claridad sin prisas y sin nombre, que lleva a conocer el
camino para entrar en los sueños de los que nos sueñan.

Acordes de un reloj, solidario y silencioso, llegan este día sobre
zarzas, sin pisadas, como vuelos de pájaros, que se flagelan en el
espejo cruel de la rutina.

Y comprendo, como dijo Séneca, correr delante de la pena, es perder
la vida antes de morir. Descubro que no duermo, rechazo el silencio que
golpea las sienes, y libre, veo todo acogedor candor de la mañana es
una tregua al vuelo de las gaviotas que no quieren ser libres
–piensa Belit.

Todavía no se su Nombre -droga que nutre mi cuerpo en el silencio
–confiesa Uxa. Belit extraviado en su viaje a Alepo de los
hititas, sin albalá del Faraón alguno, que le dé paso sin
peligro de perder su vida, no ha recibido noticias de Uxa. Para
continuar desafiando cada partícula de su existencia, el Escriba ha
pactado amistad con los sacerdotes del dios Amurru.

Belit-Seri, piensa que: de un paisaje que duerme en el lecho de los
años, las montañas son tan hermosas, en el país de los
amorreos, que parecen esfinges egipcias. Sus laderas abrazan los valles
al amanecer, y, las nubes acarician sus crestas, dejando un silencio
esmeralda, un recuerdo de su querida Alejandría.

La llave del reloj del tiempo se ha perdido. Cloto, va hilando el
destino de Uxa y Belit. Láquesis, enrolla el hilos de los dos, y,
dirige el carro de la vida, esperemos que Átropos no les corte la
secuencia de su existencia con sus tijeras de oro.

Atho

domingo, 4 de octubre de 2009

Carta a Xurco de Barbutania



foto: Wikipedia

Haré mías las palabras de Kayyam y seré feliz. Ya no espero nada. Lo que ha sucedido está escrito en el libro que hojea, al azar, el viento de la Eternidad. Mis lágrimas, como cristales fríos, cortaron mis mejillas, y la tristeza tiene más de niebla que de turbación. La herida terminará cicatrizando y perderá su huella con el paso del tiempo, pero no así su recuerdo, como el de una persona que no quería echar raíces, y se iba – poco a poco – desprendiendo de mí, haciéndose cada vez más inalcanzable. De la misma manera ocultó siempre su nombre. Estaba demasiado preocupado por el decir de los Dioses, y su lenguaje se había hecho distante y había perdido intimidad. Como muchos en estas tierras se abandonó a la sensación de seguridad y confianza que ellos le daban, y quizás fue demasiado tarde cuando sintió la necesidad de renovar su manera de pensar. Era muy temeroso y le dio por las ofrendas con una pasión asombrosa que yo no conocía en él. Deberían haberle advertido de que no se debe confiar en esos sahumerios de resina, mirra, kifi, y no sé cuantas cosas más. Suelen estar preparados en secretos, de manera extraña, y si se inhalan, obsequiarán con un bienestar que armonizará los sueños, eliminando preocupaciones, pero terminan por hacerse dueños de la voluntad. No creo que fuera eso lo que pretendía. Con su conducta me cerró el camino hacia su persona, negándome su nombre. Se hizo un hombre solitario.

Mis esfuerzos por conocerle han llegado a su fin. Ha emprendido un viaje que le llevará a ese destino que, según él, no está escrito en las estrellas sino en nuestras manos, el camino a el Duat. Me tranquiliza saber que partió bien provisto y acompañado de amigos, hasta estar presente ante el señor de la Constelación. Amón, el oscuro, ya le estará esperando. No lloraré más por él, pero en el regreso a mis recuerdos no habrá niebla alguna que deforme la verdad de lo ocurrido, y ha sido necesario que aceptase lo que no esperaba, para encontrar esa verdad: mi interés en la persona de Belit-Seri perdurará.

Uxa