imagen: wikipedia
"Piensa antes de hablar, las palabras son poderosas"
(de La magia del antiguo Egipto)
Desde que Belit-Seri decidió regresar a La Casa de la Vida, el silencio es el único que habita en el corazón de Uxa. Las palabras, que fueron siempre portadoras de la esencia del Escriba, sufren ahora un letargo que le impide cualquier creación literaria. Sus últimas noticias ya daban muestras de un olvido inconsciente de la poesía y lo sugerente que fueron siempre sus imágenes. Aquel fue el tiempo de una literatura compartida, de paisajes y sentimientos que buscaba inspiración en los recuerdos y en la memoria. Uxa sabe también que esa literatura no va a estar condenada a ningún exilio, ni va a quedar atrás olvidada en los caminos o en las horas que no tienen ya retorno. Las raíces de sus textos están firmamente adheridas a sus orígenes y han crecido anhelando siempre el lenguaje poético, lo sensitivo de la voz. Uxa no ha estado nunca en La Casa de la Vida; solo los escribas y los sacerdotes -servidores de Ra- tienen acceso a esas enseñanzas, pero conoce el uso de la escritura y el poder de la palabra escrita, considerada la lengua sagrada de los dioses.
Sin embargo, la fe de Uxa en ese poder mágico se ha hecho vulnerable al rumor airado que le llega desde la plaza Tahrir. Aquel lenguaje, estrenado por los iniciados en una nueva gramática, ha perdido veracidad. Lo que fue entonces oratoria de batallas y sintaxis valiente ha resultado una declinación de futuros inciertos. Los que fueron seducidos por la palabra están viendo sacrificado su destino, sin lo sensitivo y poético de la voz. La violencia es más poderosa que el lenguaje.
Uxa ya no cree en promesas intermediarias. Desde que Belit-Seri le acercó al silencio, percibe un nuevo lenguaje, casi primigenio, y una prosa libre e imprevisible que surge de las fuerzas internas de quienes están en disponibilidad de pensar. Quizás sea este el secreto que conocia Isis, cuya palabra resucitó a Osiris. También ellos, los que comparten la palabra, ritos y nombres, los que quieren afrontar una gramática diferente -tantos miles en la plaza Tahrir- siguen anhelando el lenguaje poético que se salga de los moldes fijados hasta encontrar una perfecta conjugación. Sólo entonces volverán las palabras a recobrar su poder.
"Piensa antes de hablar, las palabras son poderosas"
(de La magia del antiguo Egipto)
Desde que Belit-Seri decidió regresar a La Casa de la Vida, el silencio es el único que habita en el corazón de Uxa. Las palabras, que fueron siempre portadoras de la esencia del Escriba, sufren ahora un letargo que le impide cualquier creación literaria. Sus últimas noticias ya daban muestras de un olvido inconsciente de la poesía y lo sugerente que fueron siempre sus imágenes. Aquel fue el tiempo de una literatura compartida, de paisajes y sentimientos que buscaba inspiración en los recuerdos y en la memoria. Uxa sabe también que esa literatura no va a estar condenada a ningún exilio, ni va a quedar atrás olvidada en los caminos o en las horas que no tienen ya retorno. Las raíces de sus textos están firmamente adheridas a sus orígenes y han crecido anhelando siempre el lenguaje poético, lo sensitivo de la voz. Uxa no ha estado nunca en La Casa de la Vida; solo los escribas y los sacerdotes -servidores de Ra- tienen acceso a esas enseñanzas, pero conoce el uso de la escritura y el poder de la palabra escrita, considerada la lengua sagrada de los dioses.
Sin embargo, la fe de Uxa en ese poder mágico se ha hecho vulnerable al rumor airado que le llega desde la plaza Tahrir. Aquel lenguaje, estrenado por los iniciados en una nueva gramática, ha perdido veracidad. Lo que fue entonces oratoria de batallas y sintaxis valiente ha resultado una declinación de futuros inciertos. Los que fueron seducidos por la palabra están viendo sacrificado su destino, sin lo sensitivo y poético de la voz. La violencia es más poderosa que el lenguaje.
Uxa ya no cree en promesas intermediarias. Desde que Belit-Seri le acercó al silencio, percibe un nuevo lenguaje, casi primigenio, y una prosa libre e imprevisible que surge de las fuerzas internas de quienes están en disponibilidad de pensar. Quizás sea este el secreto que conocia Isis, cuya palabra resucitó a Osiris. También ellos, los que comparten la palabra, ritos y nombres, los que quieren afrontar una gramática diferente -tantos miles en la plaza Tahrir- siguen anhelando el lenguaje poético que se salga de los moldes fijados hasta encontrar una perfecta conjugación. Sólo entonces volverán las palabras a recobrar su poder.