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lunes, 7 de febrero de 2011

Agrupación de fuerza (desde Al-Qahira)



Después de una noche exaltada, el corazón destrozado de la ciudad amanece poco a poco de un sueño que no ha encontrado el final. La vida parece que recobra el balbuceo de la rutina con una agenda de vehemencias y sacrificios. Hay quienes se afanan en limpiar las calles, rotas y con heridas que tardarán en recuperarse, y en el aire hay restos de voces que quedaron atrás.

No hay nada más, Belit-Seri. Hay quien dice que el país no volverá a ser como era, pero ese cambio aún está por llegar pues parece tener mucho de aquel entonces cuando todos debíamos doblegarnos a un único faraón. Ahora hay otros regentes con otras vestimentas. Quizás las más avanzadas éramos nosotras, las mujeres, que teníamos una cierta independencia y libertad, y los escribas como tú que estabais encargados de transportar la cultura de generación en generación.

Presiento tus deseos de regresar a tu primigenia identidad para defender esa herencia que muchos están olvidando. Y es que entre toda la agrupación de fuerza que se extiende por el centro de la ciudad hay una pequeña parte que no sabe valorar las obras de sus mayores y han inrrumpido agitadamente el espacio que se les tiene reservado. Pero no, Belit-Seri, no es eso lo que quieren la mayoría de hombres y mujeres imbatibles, que todavía esperan el día de la partida en la plaza Tahrir en el centro de la ciudad. Entre los gritos y el ruido de las piedras hay un deseo de una tierra libre y fértil de cosechas que hagan llenar sus graneros.

De momento las escuelas han abierto sus puertas y muchos vuelven a hacer cola para comprar el pan, pero en la plaza Tahrir siguen todavía muchos sin dormir.

2 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Cómo me preocupa esa "pequeña parte que no sabe valorar las obras de sus mayores y han inrrumpido agitadamente el espacio que se les tiene reservado.".
Sé que no es justo, pero no lo puedo remediar.
Ojalá, Uxa, que Belit-Seri, consiga que sean los suyos quienes ocupen el espacio reservado a los gobernantes.

Pilar Moreno Wallace dijo...

Verdaderamente es un dolor pensar en cómo peligra todo; no sólo lo personal sino la herencia cultural. ¿porqué será que existe ese impulso de destruir lo que en realidad forma parte de lo que somos?