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sábado, 29 de agosto de 2009

Días perdidos


El sicómoro da sombra a los que no están

A Belit-Seri

No hay días perdidos, sólo quedaron atrás inmersos en la rutina de ausencias y límites. Fueron días incontrolados, los irrepetibles de nuestras inquietas ternuras -el llamado ímpetu de las jóvenes vidas- y las palabras que nos dictaba el Escriba. Dejé esos días y las tierras doradas, y me marché con el alba y los poemas, envueltos en la magia del tiempo y la armonía de nuestros sueños.

No me gustan las musas, Belit-Seri. Presiento que han robado las palabras que te envié. Yo te hablaba de equilibrio, de amor y de confianza, del silencio que es el lenguaje del corazón. Sí, mejor no preguntes por quienes roban lunas y lluvias, por los que se quedan con el color fresa del alba, por los que dejan languidecer la luz. Seré yo quien hará el camino buscando la identidad de esas palabras y las llevaré conmigo, ahí donde estés con el acento infinito de todos nuestros sentimientos conjugados.

No te entristezcas, no necesitas que nadie te pida poemas para saber de versos ni de la elocuencia para amar. Sí necesitarás del lenguaje, del alfabeto que te puedan ofrecer los árboles, para escribir esas cartas de amor y regresar a los sueños. Identifícate con los árboles, acércate a ellos, a su sombra deseada, y su fruto será dulce a tu paladar. Altos y resistentes, serán ellos –y no las musas- los que favorecerán tu manera de escribir.


"A su sombra deseada me senté
y su fruto fue dulce a mi paladar"
Cantar de los cantares 2:3
Uxa