Puertas abiertas
mariposas en vuelo
buscan noticias.

martes, 12 de enero de 2010

¿Hay quien sabe dónde está Belit-Seri?



Antón Hurtado: Castroverde


"Hay que cambiar la vida …

Hay que encontrar un lenguaje nuevo"
Rimbaud


He seguido caminos, he abierto puertas y mirado en rincones. Consulté libros, hice preguntas. La memoria se mostró débil, y sólo la palabra imprevisible del tiempo dejó huellas de acentos y otras formas verbales que declinan su ausencia. Nada hay que me indique dónde está Belit-Seri. Su imagen va haciéndose transparente entre sombras de olvidos, y nuestra historia tendrá un epílogo de silencios destilados de amores y recuerdos de todas las rutas que hemos andado hasta ahora. Las últimas noticias que me llegaron de él confiesan tristeza, y una pasividad atareada en lamentaciones. Parece ser que busca un paraíso libre de sendas y de compromisos, algo que únicamente puede existir en un terreno de impensables conjeturas, donde los sentimientos no tienen rostro ni voz. Creo que Belit-Seri ha perdido el rumbo de sus pasos, el destino de su peregrinación.

Otra vez ante mí el camino; el valle abierto, sendas y montañas salen a mi paso aliados a una naturaleza que trataré de descifrar. Palmo a palmo, piedra a piedra, continuaré hacia Santiago. Quizás esto me ayude a descubrir la magia que lleva a la Puerta del Conocimiento, a encontrar la energía espiritual necesaria para interpretar símbolos y silencios de templarios y monjes. Así, como aquel alquimista que conoció en el Camino del Apostol la clave de lo exotérico, también yo espero que me sea revelado el porqué de seguir andando.

He dejado atrás Grandas de Salime. La ruta sube hacia El Acebo ante la mirada plácida de algunas aldeas, prados y zonas de pinos, robles y castaños. La lluvia es silenciosa compañera en este tramo que lleva a Galicia, que sigue siendo hermana y conserva trazos semejantes, con buenos caldos y mejores cocidos, como bien sabría apreciar Belit-Seri. Siempre hacia poniente sigo sendas calladas y húmedas hasta llegar al Real Hospital de Montouto. He perdido el sentido del tiempo y éste me hace encontrar un lugar en la historia donde esforzados peregrinos reciben ayuda antes de seguir hacia el Apóstol. Más adelante voy bajando por bosques, praderas, entre vacas sumisas en soledad. Soledad y silencio, dos constantes que tienen lugar en este camino; pero nada de nostalgias ni de melancolías, aquí son una virtud.

Paradavella, Fontaneire, Cádavo; nombres, sucesos, crónicas de guerras e historias de reyes, fuentes de inspiración que pueden dejar libre de aflicciones a un escriba como Belit-Seri. Caminos embarrados, sendas de piedras sueltas, trochas y desniveles, arroyos para cruzar, todo en un paisaje generoso de impresiones y de color. Aún quedan sorpresas en el camino: tramos suaves y bosques vivos, una ermita y una iglesia gótica en Vilabade; después más robles y restos de una iglesia con un aire algo triste.

Lugo está cerca, pero el camino a Santiago me exigirá templanza y un poco más de tiempo para aplacar mi fatiga. Aún quedan muchos kilómetros por estas tierras de los albiones hasta llegar al Santo, habrá sitios encantadores y ríos alegres, senderos difíciles y otros que no lo son tanto. También me sentiré cansada como tú, Belit-Seri, y pasaré algunos momentos de miedo al enfrentarme a perros solitarios, me perderé y hasta algunas noches no tendré albergue donde dormir, pero aunque me falte la energía que pueda darme ese jacinto-piedra de Compostela no dejaré de reconciliarme cada día con el Camino y seguir hacia mi destino por él. La vida y un lenguaje nuevo me esperan.

Uxa

Pensamientos en una madraza de Shiraz



Una madraza

Estamos hospedados en la casa de un cadi de Shiraz, familia de Ibn Battuta. La luna barre sombras de los rincones. En este momento nadie en los zocos, nadie en las calles; en las fachadas silencio.

He recibido tu correo. No lo mencionas, pero te recomiendo que compres un jacinto-piedra, jacinto de Compostela; trasmite mucha energía, esa energía ayuda a caminar con mucha fuerza, y es un elemento de protección.

Las palmeras que veo desde la ventana me recuerdan las orillas de nuestro Nilo. Pedazos de luna desaparecen llenos de viento del desierto. El paisaje regresa de la bruma. El sol es su amigo.

La melancolía no tiene arcoíris. Las nostalgias son reliquias al céfiro. No es fácil revivir un amor.

¿Es la tristeza virtuosa? No lo sé. Pero el hastío es obsceno.

La pasión amorosa no tiene rostro, sólo muecas. Los sueños se esfuman. El mayor número de amores que hemos experimentado a lo largo de nuestra vida son estribillos, son cromos repetidos. Son dientes de poemas desconocidos.

Los besos, a veces, flotan ridículos. Son sombras que musitan silencios que no saben liberar nuestro destino fatal. Deberíamos olvidar caricias de amores corrompidos. Ahora, busco horas de soledad entre versos que tiritan. Nos amamos para llenar nuestra vida de júbilo sin pensar que, al final, muchos amores son reliquias de indiferencia. El amor callado, oculto, acaba por desplomarse. Hay que llegar al umbral de la eternidad sin aflicciones.

Pero nada, como la cigarra en otoño, muere sin recibir limosna de esperanza. Más allá del lóbrego y pedregoso olvido, ni besos, ni versos. Solo en mi tumba, ceniza.

Mañana proseguiré.

Hemos llegado a Takrit y estoy un poco cansado.

He tenido un sueño extraño. Formaba yo parte de la caravana de un sultán, este iba escoltado de numerosos mamelucos. Imanes, almuédanos, acompañaban a las mujeres del sultán. Bellas mujeres, que por aquí llaman "jatun".

Tuve que librar una terrible batalla contra un enorme león bicéfalo. Sólo me atacó a mí. Mientras, unas palmeras daban saltos sincronizados con el aire del desierto.

Surgió una jatun desnuda de un estanque del oasis. Cogidos de la mano nos fuimos hacia una tienda del zoco. Un beduino de barba blanca nos esperaba en un puesto de perlas. Nos explicó que está allí para llevarnos al Paraíso de los Amores que no tienen Fin. Cuando ya estábamos para partir, los Números que cantan su Canción Exacta y los signos del Zodiaco que destapan el Destino, me vi arrancado de la compañía de la mujer y… desperté. Espero consultar a algún poeta o faquir sobre el significado de este sueño.

Mi amigo Ibn Battuta regresa a Bagdad; va al encuentro de los viajeros que van en peregrinación a La Meca.

No sé, no sé hacia dónde dirigir mis pasos, tal vez a India

Belit-Seri

martes, 5 de enero de 2010

¡Ay, qué cerca estuvimos y hoy que lejos!



Antón Hurtado: Cabreira
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¡Ay, qué cerca estuvimos y hoy que lejos!

Al tiempo delicioso de las citas,
sucede la desunión durísima.
Ibn Zagdan (1003-1071)


Uxa repite estas palabras del poeta y piensa que tiene razón: nunca fue tan larga la distancia que le separa del Escriba, ni fue tan persistente la presencia de la soledad que le condena con descaro a un perpetuo peregrinaje. Pero Uxa no tiene reproches y calla el dolor de saber a Belit-Seri seducido por los oráculos –despiadadas sibilas- hasta perder la noción de una fidelidad frustrada. Para ella sería suficiente una palabra, conocer un nombre, para que se dejara abrazar por la imagen que lleva en sus pupilas de aquel soldado del Faraón.

Uxa está consciente de que no existen respuestas y es el tiempo el que impone –dolorosamente- el castigo con los años. Cansada de metáforas y conjuros, decidió dejar atrás el viento seco que besaba con voluptuosidad las tristezas de entonces, olvidando esperas y compromisos desordenados hasta atravesar el umbral de una avanzada historia.

Seguimos a Uxa por una tierra con el acento dulce de sus frutos y de sus vinos. Atraída por la tolerancia de la cultura y lo dinámico y cosmopolita de las ciudades, se encuentra con un país envuelto ahora en batallas perdidas que lo único que conserva es el eco del esplendor de su pasado en el Arte y la Arquitectura. Ella no quiere renunciar a recuperar olvidos y sigue buscando respuestas en esas ciudades que ya moldean otras manos y donde impera un aire enrarecido que pone límites a la propia identidad. Aún queda un último lugar vitalizado por el agua y que confía en su lírico lenguaje. Uxa, que se sabe acosada por lo inevitable del tiempo, sube por caminos que la llevan a lo más empinado de su cumbre. Allí, en la luz que sombrea de rojo los muros obstinados, presiente que habrá un rey –que al igual que ella y Belit-Seri- se verá obligado a abandonar la casa de sus mayores.