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jueves, 8 de marzo de 2012

Soñemos juntos, Belit-Seri

Morfeo





Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te llevan a él.
Paulo Coelho



 Belit, tus sueños me llaman y me piden que soñemos juntos. Si lo hacemos, podremos controlar nuestro destino; poseéremos la realidad. Son imágenes audaces, evocadoras de una poesía transparente que une materia y espíritu. En lo más profundo de nuestros recuerdos está toda esa armonía y sortilegio que solo nosotros somos capaces de percibir. Quizás pensarás que esto tiene mucho de filosofía, pero no olvides que la magia y la presencia de los planetas pueden hacer que nuestros sueños sean una realidad. Todo dependerá de nuestras creencias, pues, ¿qué tienen tus escritos, además de su lenguaje histórico, sino el hechizo de una mágica composición?.

 Belit,  interpretas los sueños con tu visión de poeta. Para ti la verdad de ellos está ligada a los astros y a la influencia que ejercen sobre los sueños. En el pasado has estudiado en Caldas y  has consultado oráculos para su interpretación. Sabes que los sueños son hijos de la Noche, cercanos a la Muerte; un conocimiento que te ha expuesto a peligros. Sin embargo, nada te ha llevado cercano a la Verdad; no has conseguido descifrar el significado de tu nombre. Tampoco todos los conocimientos que has podido encontrar en Menfis someterán tus dudas. Aún sigues entregado a una vida peregrina, abandonado a tus propias ensoñaciones, sin perder la confianza en unos dioses desposeidos de toda consideración. Tu empeño en volver a Egipto está lleno de riesgos; se sigue oyendo el grito de los que sufren y la plaza Tahrir no ha cicatrizado sus heridas. No vayas, Belit-Seri; no me encontrarás allí.

 Vernos en París fue un sueño inasible, fuera del tiempo, entre el albor de los cielos y la llegada de la noche. Vivimos una aventura con el presente evocador y nostálgico y lo eterno que el destino nos promete. Nuestra fuerza estaba en el lenguaje silente de la memoria y los olvidos. Sin embargo, Belit, la realidad ofrece una composición que se distancia de lo que hemos soñado, y ni toda la creencia en los astros, ni las más costosas ofrendas a los dioses parece evitar que el paraiso esté aún demasiado lejos. Quizás es el precio que debemos pagar irremediablemente.