El silencio es un amigo que jamás traiciona
Confucio
El silencio no rompe las palabras, el silencio
las acoge en su naturaleza primigenia, las regenera y las hace crecer grávidas
de inspiración. El recuerdo de los silencios está creado por el lenguaje de los
sueños, por frases sin pronunciar, y de imágenes carentes de nombres. En
realidad el silencio está siempre embriagado de una enorme fuerza sólida y
creativa, que tiene su propia memoria.
Belit-Seri como escriba tiene acceso a la
palabra, conoce su ritmo y sus imágenes, sabe de su vulnerabilidad, pero
igualmente la ha visto como un arma arrebatadora y mortífera en manos de
quienes no respetan su sintaxis, protagonista de inquietantes diálogos. Uxa es
solo una iniciada con las más bellas esperanzas de llegar al conocimiento.
Ella, que conoce también la palabra, sabe que debe adaptarse al silencio y
valorarlo, pues es en él donde conocerá el verdadero nombre del escriba.
Sin embargo, Uxa está muy lejos de encontrar
el silencio en Halep desde que el ejército sirio está en lucha con la
población. Terror, muerte y desolación forman parte del lenguaje diario,
convertido en una poderosa lengua de estruendos. Uxa llegó aquí buscando el
silencio para estudiar el Códice de Alepo, que estaba guardado en su sinagoga,
y se ha encontrado con palabras sacrificadas al dios de la guerra, que habla
solo una gramática cruel.
No sabemos dónde se encuentra Belit ni cuando llegará a Alejandría, pero
su silencio no hiere a Uxa. El problema de Ulises es que no quiso oír. Mientras
tanto, la necesitad que tiene Uxa de expresarse hace que siga estudiando en los
textos herméticos los símbolos y los rituales aún ocultos para ella. Cuando
haya alcanzado todos los grados de su iniciación a los conocimientos podrá
llegarle la voz del maestro con toda la sabiduría y entonces, en ese momento,
sabrá su nombre. Esta seguridad se la da el fruto del árbol del silencio.