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lunes, 10 de enero de 2011

Belit-Seri se acoge al silencio



También en ti se aprecian las lágrimas, Belit-Seri, y la tristeza acompaña sin reparo cada una de tus historias. Percibo en la intimidad de tu lenguaje, a un escriba vencido por su amor al silencio y doblegado a toda la magia y a veces a lo despiadado de unos dioses que no nos darán respuestas. A ninguno de ellos podrás arrebatarles sus secretos. No esperes otra ayuda, ni de la estrella Héspero ni de ninguna de sus hijas, ocupadas de su arbolado jardín. Deberás ser tú solo el que se enfrente a la vulnerabilidad de la palabra y al ritmo absorbente de los escritos, hasta conseguir mitigar las dudas y recuperar memorias y olvidos. Así volverá la magia de esas letras que crecieron contigo y te dejarás seducir con su inspiración. No te será difícil descifrar la hostilidad o la tolerancia de cualquier jeroglífico.

Sonidos, silencios y emociones, son parte del ritual diario de una literatura que conoce los sacrificios verbales; la palabra como ofrenda y el silencio como fuente de donde nace el saber. La gramática pone voz a las imágenes de un tiempo que ya nos ha abandonado, pero que tratamos siempre de mantener cerca. Belit, no abandones la poesía de los sueños. Deja que sea ella la que hable. Ningún lugar mejor para valorar los silencios que ese retiro al monasterio en el Monte Sagrado desde donde me escribes. Lo aislado de la zona montañosa, el alto muro que rodea al monasterio y de los ascetas que conocen la virtud del silencio te defenderán de equívocos y desalientos. No olvides que, según dijo cierta religiosa en Calcuta, el silencio es en ocasiones un acto de energía.

Como sabes, Belit-Seri, no te puedo acompañar; está prohibida la presencia de mujeres en el Monte Atho, y tengo que acatar la ley. Tu habrás conseguido un diamonitrion, ese permiso especial para poder llegar hasta ahí, del que sólo se reparten cuatro al día. Quédate el tiempo que necesites, los monjes del monasterio te facilitarán lo necesario para vivir. Mientras, busca palabras y preposiciones, piensa versos, escribe estrofas, elabora historias, para no olvidar el hechizo de Alejandría y el perfume de una tierra que guarda tus raices hasta que llegue el momento de volver.

Uxa