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sábado, 9 de junio de 2012

A Belit-Seri, el Cazador de Sueños







El oro viene del sur, la sal del norte y el dinero del país del hombre blanco; pero los cuentos maravillosos y la palabra de Dios sólo se encuentran en Tombuctú. (Poema árabe, siglo XIII)



Sigues persiguiendo quimeras lejanas y misteriosas como las tierras que recorres. En cada ciudad que divisas crees encontrar el eco primitivo que sacie tus tristezas y te entregas a todos esos espejismos de amores y aventuras. Estás rodeado de personajes ávidos de consumir el tiempo con la incoherencia de los que aceptan el dictado del dios de la bebida, expuesto a perder todo lo armónico de nuestra historia y empeñado en conjugar la irregularidad de tus viajes. Belit, para tí es irresistible el afán de seguir cazando sueños. No pienses que por medio de ellos vas a descubrir el secreto que guardan los dioses de tu nombre. Los sueños son un mundo de incógnitas, y como ya dijo en su tiempo Penélope hay muchos inescrutables y de lenguaje oscuro y no se cumple todo lo que anuncian a los hombres.

 Tu estás contento. Es lo que me escribes ahora después de un largo silencio desde Nippur. No sé qué es lo que haces ahí, como no sea que esperes el auspicio de los dioses o te atraiga pasear por las orillas del Eúfrates o por el Patio de las Columnas. No creo que haya mucho más. La ciudad ha perdido su encanto. Por mucho que busques un jardín, ese oasis de paz y felicidad que evocas, no encontrarás más que pura filosofía y quizás, por un momento, un lugar preferente para soñar. Aunque es posible que tu interés se centre en la busca de algunas de esas tablillas de textos que nadie dice dónde pueden estar.

 Tendrás más suerte en Tombuctú, tu próximo destino. Ya sabrás que esa ciudad está rodeada de un halo misterioso creado por las muchas leyendas que se están dando a conocer. Nada de ello es cierto, pues quién puede creer esas historias de caminos y sendas de oro y edificios con tejados del mismo material. Son historias inventadas por los que tienen impedida la entrada a la ciudad. La procedencia del oro es desconocida, y se usa como medio de cambio para recibir la sal traída del Mediterráneo, en realidad estas son las dos mercancías más importantes de esta región. Sin embargo, Belit-Seri, no tienes que inquietarte, tu caravana será tan bien recibida como se acostumbra a todas las que llegan hasta allí.

 En Tombuctú tendrás la oportunidad de hacer realidad el sueño de todo escriba, tener acceso a una de las colecciones más importantes que se guardan de textos griegos. Un anciano morisco me dijo haber visto más de doscientos manuscritos que llevaron desde Berbería. Por eso la llaman la ciudad de la palabra. No me extraña, los libros son la posesión más deseada; libros reveladores que ponen al alcance lenguajes nuevos, prosa, poesía, toda una literatura para interpretar. Te recomiendo leas la poesía de Al Fazzazi o un libro sobre historia, ameno e interesante, de la escritora Arkia Alí-Gao. Quizás sus letras resuelvan el misterio de los libros perdidos de la biblioteca andalusí de Tomboctú.

 Dices que desde allí me escribirás. Yo seguiré esperando obstinada tus palabras, tus imprevisibles noticias, intercesoras entre la rebeldía y el olvido, entre los sueños y la propia vida. Aléjate de Egipto, Belit-Seri, ninguno de los dioses está ahora en condiciones de protegerte. La inseguridad en los caminos y en las ciudades que visitas hace que no pueda dejar de temer por ti.


Uxa

sábado, 2 de junio de 2012

No estoy sola




No estoy sola.
Me acompaña tu nombre
-Belitseri-
como ave convaleciente en camino a la memoria.
Palabras,
un poema,
el pálpito de la vida,
acentos que dejan huellas de ternura
y rompen el silencio de lo trágico.
No estoy sola.
En mis sueños
recupero el acento de un tiempo perdido,
la voz y el rumor de las aguas doradas.
¡Tántos recuerdos!
Solo la ausencia del escriba
aviva la nostalgia en números infinitos
y me roba la magia de un horizonte en ciernes.