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sábado, 26 de diciembre de 2009

Un hombre es revivido cuando su nombre es pronunciado*



Antón Hurtado: Borres
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"Abrí mi boca a mi alma y respondí a lo que dijo: Es demasiado duro para mí hoy, que no quiera hablar mi alma conmigo". Quizás pensaba Belit-Seri en estas palabras cuando se dirigió a su Maestro. Y es que Belit siente cómo el desorden y las sombras en las que van quedando sus palabras, están quitándole poder a la magia de su nombre, y que sus súplicas a los dioses no harán ya posible ninguna realidad. De momento, el escriba ha podido apaciguar las malas vibraciones de Isefet, el caos, la injusticia, la maldad, pero no bastan conjuros ni figuras retóricas si no se recupera el privilegio de Maat. La suma de las conjunciones tampoco le dará más sabiduría, pues en el País de las Palabras el único sendero es el de La Verdad y la Gran Palabra solo le corresponde al Faraón.

La palabra es el único vínculo que los une, a Belit-Seri y a Uxa, en su constante peregrinar. Es un privilegio que les fue concedido por Thot, que es dios de todos estos signos. En el Camino la palabra está en cada piedra que se pisa, en el árbol que da sombra, en las imagenes que nos esperan en las iglesias, en los símbolos y en las leyendas. Ya decía el Apostol Santiago que fuéramos "hacedores" de la Palabra; practicarla era avanzar en el Camino, superar nuevas etapas. Es un privilegio que sólo está concedido a los que recorren el sendero, a los seguidores de los preceptos de un poder superior.

Belit busca en el diálogo con el Escriba Haty un conjuro para recobrar la serenidad de las horas perdidas, la calma, la alianza que comparte en las palabras de Uxa, allá a orillas del Nilo, en las tierras doradas de su juventud. Desde entonces la palabra de los dioses se ha entristecido por tantas ausencias y jeroglíficos incompletos; no hay nada que pueda desvanecer las sombras que deja la ausencia de Uxa. Belit piensa en ella, y en las palabras, y en las letras, y en los nombres.

Uxa continua el Camino; los monjes del Monasterio de Oubona le recomendaron seguir su Leyenda Personal. Lo hace con un lenguaje diferente, una gramática basada en la decisión y la perseverancia. En dirección a Grandas de Salime la ruta comienza montañosa y exige esfuerzos y sacrificios, cansancio y soledad. Después desciende y atraviesa bosques, lomas, puentes de madera, concejos; pasa por Borres, Alto de Lavadoira, Monte Furado, Berducedo, entra en iglesias, visita ermitas, lugares y nombres que revelan existencia. Es una tierra próspera, con la ternura húmeda en las líneas y en el color; la belleza del paisaje habla un lenguaje propio, atrayente y sugestivo, que exige a los peregrinos pensamientos y testimonios, descripciones y memoria.

Y así, mientras Belit-Seri sigue la caravana para cumplir los preceptos del Faraón, Uxa llega al monasterio del Salvador en Grandas de Salime, donde descansará. Allí, en su interior, se encuentran tres Caminos a Santiago: Astures, Galicia y el que llega de la costa. El retablo, la pila bautismal, las górgolas, las tallas, tienen un idioma sólido y a la vez armonioso que le inicia en el conocimiento de la realidad que tanto busca el Escriba: donde las piedras recogen el lenguaje de los peregrinos, Uxa intentará descifrar la magia que dejaron sus palabras –nombres y rituales– y que deberán de pronunciar los hombres.

* Inscripción en la tumba familiar de Petosiris

Belit-Seri es aconsejado por Haty




Belit-Seri, cuenta que, muchos de sus amores se encuentran atrapados en una telaraña peluda sin horas, sin luna, sin estrellas. Se dirige al templo a visitar a su maestro, el Escriba Haty, para ver si puede ayudarle en el"Isefet" –desorden de su alma.
-Que Isis te libre del mal, Haty. Tú iluminas las Dos Tierras del Nilo por medio de tu sabiduría.
-¡Ah, Belit, el de los bellos viajes! Kemet, tu querido Egipto, te recuerda. ¿Qué os trae a mi lado?
-Necesito Hetep, -paz, serenidad, conformidad, plenitud, calma- para mi espíritu. Urge que proporciones la fórmula para rasgar el prodigio que me oscurece el alma.
-Para conjurar el sortilegio debes dirigirte al dios del País de las Palabras. Escribe frases. Los jeroglíficos alegran el corazón de los dioses. Y si aciertas, espantarás las tarántulas peludas. Resurgirás, como el sol bajo la forma del escarabajo alado Jefer, a nuevos amores. Mas, no debes revelar tu verdadero nombre, está escrito en las lágrimas de los dioses y, solo cuando tu potencia creadora dibuje el símbolo de la alegría de vivir, podrás colgarlo de las ramas de los sicomoros.
-Gracias Haty, que el agua fresca de Amón-Ra, te dote de vida.
Y marchó con el silencio de la noche a la tierra de Ajet, la región de la Luz.
Cuando regresó, portando su equipo de escritura –estuche con los cálamos, recipiente para el agua de diluir los panes de tinta roja y negra y paleta de madera con dos orificios- le presentó a Haty, Primer Escriba, un pequeño pergamino.
- ¿Qué has escrito?
"¡Qué terrible el cielo azul! con su traje a tiras de infierno rojo"
-Esta frase no vale. No debes emplear epítetos evidentes.
"La luna hería la oscuridad"
-Esta prosopopeya, no está mal. Sigamos:
"Los dogmas son pigmentos, máscaras que ocultan enigmas que arañan el alma".
-¿Qué le parece mi amigo, señor Dador de Consejos?
-Bueno, el fonema "gm" da sonido a la frase. A ver, sigamos:
"Saluda, sonríe, canta, ama y no cabalgues sobre la tristeza"
-El polisíndeton le gusta mucho a los dioses que se visten de sabiduría. La única conjunción que les fascina es la que hay entre la Divinidad de RA y nosotros seguidores de los preceptos del Faraón. No tengas codicia, es el sufrimiento doloroso de un desesperanzado. Es un morral que contiene todo lo abominable.
-Gracias. Parto mañana para Al-Ubulla, punto de reunión de los mercaderes de de Persia y la India.
Belit-Seri, había conjurado el hechizo. Los dioses le quieren. Y pensó de nuevo en Uxa.

Atho

miércoles, 2 de diciembre de 2009

A Belit-Seri, un alto en el camino



Autor: Antón Hurtado

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Ven, ven, quién quiera que seas:
Trotamundos, fiel, amante del amor.
¿Qué importa?
Nuestro camino no es de desesperanza.
Ven, aún si has roto nuestras promesas
cientos de veces,
vuelve, ven de nuevo, ven.

Uxa piensa en estos versos del maestro Rumí Muhammad, mientras continúa su camino hacia las estrellas, en dirección a la ciudad del Apóstol. Se siente reconfortada por las enseñanzas de este poeta, inspirador del viaje por el conocimiento para el desarrollo de la espiritualidad, un viaje hacia esa Verdad tan deseada por ella y Belit-Seri.

Uxa, peregrina de su destino, ha llegado al monasterio de Oubona, atraída por el tañido de las campanas de la iglesia. Desde que salió de la noble Oviedo, la ruta sigue el perfil de colinas y valles que la acercan a la montaña, entre campos de labranza y bosques. Educada en el respeto a los árboles, siente la presencia entre ellos de esas criaturas mágicas de las que hablaba siempre El Cazador de Sueños; genios, megas y druidas forman parte de una leyenda que ya le es familiar.

Los monjes le dan comida y alojamiento y le entregan las últimas noticias del Escriba. Las palabras escritas de Belit tienen el acento de ternuras escondidas y el dolor de la separación. Uxa teme por él; sabe que el desierto guarda sorpresas peligrosas y que los caminos que le llevarán a Medina están expuestos a los caprichos del tiempo, la falta de comida y agua y a la agresión de los ejércitos. Hasta ahora, le escribe Belit-Seri, han sido recibidos con amabilidad, pero ella tema que olvide la prohibición que existe para los extranjeros de entrar en la ciudad donde murió el Profeta.

Aquí, en el Monasterio, hay paz y silencio, interrumpido a veces por el rumor de pasos de los monjes que cruzan el claustro. Algunos de ellos se dirigen al huerto donde cumplen sus tareas de trabajar la tierra y el cuidado de los animales; otros tienen asignadas clases de latín y teología. La vida en la Comunidad sigue un orden establecido, dedicado a la oración y al estudio. Es el camino que los monjes siguen en la busca de la Verdad, como también para Uxa y Belit-Seri sus deseos de encontrar esa Verdad les llevan a una larga vida peregrina. Es de esperar que este afán de conocimiento no les traiga la pérdida de la propia sabiduría.

A Uxa, princesa de Alejandría





¿Cuál es la diferencia entre musulmanes y cristianos, virtuosos y culpables? Ante su puerta, todos somos buscadores y Él, el buscado.
HAKIM SANAI


Sí, así es Damasco, como tú lo describes. Me alegra que conozcas las aventuras de Ibn Batütta, el de Tánger. Pierde cuidado, no tenemos intención del viaje -de rihla- como dice mi amigo I.B., hacia al-Ándalus, por ahora. Sabemos que esa tierra está sometida a la presión constante de los cristianos por un lado, de los corsarios por el mar, y por la Peste Negra. Peste catastrófica también por estas tierras.
La hemos conocido. Tan solo en Damasco han muerto unos dos mil por día. Peor en El Cairo, hemos sabido que en un solo día murieron ochenta mil.

Ha quince días, los judíos con su Torá, los cristianos con su Evangelio, la mayoría de damascenos con el Corán, acudieron a la "Mezquita de los pies" a dar gracias por el fin de la pestes. Yo me acerqué a la puerta oriental de Damasco a un canal blanco donde, según una tradición árabe de El Cairo, ha de descender Jesús.

Los extranjeros somos acogidos con trato amable, no hieren la dignidad del hombre. Mientras visitaba en el monte Qasiyun el refugio de Jesús, el Maestro y su Madre, I.B. se ocupaba de alquilar camellos y contratar azacanes para llenar odres de cuero de búfalo, con agua para iniciar la ruta hacia la ciudad donde murió Mahoma. Vamos a iniciar la travesía del desierto. Es muy peligroso, hasta los guías se pierden y el amigo no se cuida del amigo.

Tras beber una jarra de sawiq, traída de Egipto, exquisita bebida hecha con harina de cebada secada al fuego, azúcar y dátiles, hemos iniciado la marcha de la caravana hacia Tayba. Cruzando el desierto, el simún se cernió sobre nosotros, y se empezaba a agotar el agua. Pudimos escapar milagrosamente a ese viento venenoso, a esas nubes de polvo y arena que nos asfixiaba.

Estamos acampados en la Alberca de Julays, llena de palmeras y fuentes. En su inmenso mercado nos hemos comprado ovejas, frutos y otras comidas, gracias a la generosidad del cadí.

Sobre lo que me dices: Los sueños no pueden pasar a ser parte del silencio, son gritos que claman al recuerdo. Bosques de hoja esmeralda y arenas doradas del desierto, escriben y borran nombres de personajes que hacen la voluntad de Ra, oyen sus ecos divinos y, no caen en el olvido, pues en caso contrario el alma desaparecería para siempre.

Belit-Seri