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martes, 28 de abril de 2009

Desde el Éufrates



foto: Wikipedia

¡ Que las alfombras de juncos del cielo sean colocadas en tu camino en dirección a la estrella del Alba! Es cierto, hemos vencido a los enemigos establecidos en la Tierra Alta de nuestro Egipto desde hace ya más de cuatro generaciones. Avaris ha caído. Estamos a las orillas del Eúfrates corriendo tras los hicsos, que se encuentra ya fuera de nuestras fronteras.

Cuando pasamos por el Líbano era tanta la vegetación, que impedía la marcha de nuestros carros de combate. Aquí el agua cae del cielo, no como allí, que el Nilo cae de las colinas. Sus aguas son frías. Nekhob -mi conductor de carro- y yo dejamos que se caliente el agua al sol en los cuencos antes de beberla. El carro que compró mi padre es fuerte y rápido. Nekhob lo conduce extraordinariamente mientras me protege con el escudo. Hemos abatido muchos enemigos. Han caído como jabalís.

Debo decirte que me acordé de ti. Fue cuando nos acercamos a ver el Templo de Menkart, en Tiro de Fenicia. Vi dos pilares: uno de oro macizo y el otro de esmeraldas, que brillaban por la noche. Esos pilares son como tú; alzados entre el mundo de los hombres y el mundo de los dioses, cordones umbilicales del espíritu entre el Cielo y la Tierra.

Estamos acampados a las orillas del río para reponer al ejército de alimentos y fuerzas. En Avaris murió mucho ganado, muchos bueyes. A las hembras las tiramos al río, a los machos los enterramos con los cuernos fuera como señal, para que sean recogidos por la baris de la isla de Prosopítide.

Nerhob y yo estamos comiendo ajos para reponer fuerzas y espantar enfermedades. También hemos comido ratones cebados con frutos secos y pasas, erizos de tierra, hígado de hipopótamo, tuétano de sus huesos, y carne de cocodrilo. Para beber: heneket, espesa y oscura.

Las mujeres de estos países se juntan sus labios para amarse. Yo solo junto la nariz para, como tu sabes, intercambiar el aire respirado y tomar parte de la esencia del otro. Ayer noche fui con una mujer egipcia, llegada a estas tierras de niña. Era hermosa, su cara estaba tersa por haber dormido bajo una máscara de albaricoque. Mejillas anaranjadas, ojos con líneas negras y pestañas postizas, labios y pezones de rojo. Sus cabellos untados de escamas de tortuga y grasa de hipopótamo espantaban el mal de amores.

Debo terminar, el mensajero está recogiendo los papiros.Tienes razón en lo que me dices. Pero como tu sabes, los dioses tienen Nombre Secreto para evitar que otras divinidades conozcan su verdadera identidad y acaben con sus poderes. Pues de la misma manera oculto el mío. Mi nombre es la PALABRA que me dió la existencia. Espero que Ahmose, "Ha nacido la Luna", y su esposa Nefertiri, así como su madre Anhotep, se encuentren disfrutando de la Vida. Para ti, que ames y existas igual que RA:

Belit-Seri

2 comentarios:

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Que bello lo que escribes...un abrazo muy fuerte...azpeitia

WILKIN URBANO dijo...

Lo que asevera tiene mucha consistencia en si, además tiene una profundidad bien coordinada. Interesante!.