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domingo, 13 de febrero de 2011

Los dioses ya no tienen la palabra


Por haber ellos (...) asimilado ya la sabiduría celeste de su propio primer padre
por haber ellos asimilado ya el fundamento de la palabra,
por haber ellos asimilado ya el funcionamiento del amor,
por haber ellos asimilado ya las series de palabras del canto esforzado,
por haber ellos asimilado ya la sabiduría que se abre en flor,
a ellos, por eso mismo, llamamos:
excelsos verdaderos padres de la palabra,
excelsas verdaderas madres de la palabra.”


Canto guaraní mbyá,
escuchado por L. Cadogan (citado de Gutiérrez Estévez, 1999).


He descubierto los efectos prodigiosos de la fuerza que habita dentro de cada uno de nosotros; una fuerza de conjugaciones inéditas que clama por la libertad. Desde ayer parece ser que tenemos un nuevo lenguaje del que apenas éramos conscientes. Ahora la palabra tiene rasgos armónicos, que llegan al corazón de quienes la escuchan y que nos acerca lo que estaba lejos y lo que solo era un sueño sin posibilidades. Una palabra que no podía estar en manos de los dioses, dictadores de lengua abstracta, y que han hecho suya los que desde hace días acudían a la plaza Tahrir.

Familias enteras, hombres, mujeres y niños, han abandonado ya este lugar y regresado a sus tareas, al campo, a cuidar del ganado, a sus comercios y labores que les corresponden. Las escuelas han continuado con las lecciones y en las mezquitas se oye la llamada fiel a la oración. Todo sigue la vida diaria de antes. Sin embargo, Belit-Seri, no hay una felicidad completa en esta jornada fusionada ya para siempre con el reconocimiento de la propia estima. Aunque se ha extinguido el poder de una dinastia desfasada y cruel, la desconfianza se adelanta a cualquier autoengaño posible. El faraón ha caido, pero hay muchos que temen las plegarias a Osiris y se preguntan quién seguirá ahora defendiendo su arcadia y velando por todas las creencias y por el nuevo lenguaje que están por aprender.

3 comentarios:

Amando Carabias dijo...

Así es el miedo gravita sobre Egipto. Esperemos que el mismo corazón joven que ha expulsado al faraón de su palacio, sea capaz de encontrar la senda de la libertad sin sangre.

ANTONIO CAMPILLO dijo...

Pilar, el canto me parece excepcional.
La acertada traslación que realizas hacia el nuevo lenguaje que deben aprender quienes han manifestado sus ansias de verdad, justicia y paz, es tan sagaz como alentadora.
Anubis tendrá en cuenta estos hechos cuando los coloque en su balanza.
Enhorabuena, Pilar, por tu perspicacia.
Un cálido abrazo.

Javier. M. V. dijo...

Nuevamente nos entregas un bello texto con un mensaje actual. Los ojos del mundo están puesto en aquel pueblo que usando el valor como escudo consiguieron iniciar el camino -así lo deseamos- hacia un futuro mejor.

Recibe un gran abrazo.